viernes, 26 de agosto de 2011

Repaso: Formas de Cantar - Frasco


En un frasco ponga papelitos con formas de cantar. El niño que más fuerte cante podrá pasar al frente a escoger un papelito y volverán a cantar la canción siguiendo esas instrucciones.

Algunas formas de cantar podrían ser:

- Cantar fuerte
- Cantar despacio
- Cantar rápido
- Cantar con la nariz tapada
- Cantar en un pie
- Cantar chasqueando los dedos
- Cantar marcando el ritmo con palmas
- Cantar marchando en el lugar
- Cantar con los movimientos de "Cabeza, cara, hombros, pies"
- Cantar de pie

También podría hacerse otro frasco con canciones para practicar para la presentación.


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lunes, 15 de agosto de 2011

Tiempo para Compartir: El vivir la Palabra de Sabiduría muestra respeto por mi cuerpo.


José Smith organizó una escuela para hombres en la Iglesia. Se llamaba la Escuela de los Profetas.


La escuela funcionaba en una habitación de almacén de Newel Whitney en Kirthland, Ohio. José les enseñaba a los hombres acerca de la Iglesia y también sobre el sacerdocio y las Escrituras.


Muchos de los hombres fumaban pipa o cigarrillos, y la habitación estaba siempre llena de humo. Algunos de los hombres masticaban tabaco. El piso se ensuciaba, y había que limpiar la habitación cuando los hombres se marchaban.


Después de cada reunión, Emma, la esposa de José, limpiaba la habitación. José se preguntaba si era bueno que los hombres fumaran o masticaran tabaco.


José oró y le preguntó a Dios qué debía hacer, y Jesús le dio una revelación. Jesús dijo que hay personas que hacen cosas muy malas, y quieren que otras personas hagan cosas que no son buenas para el cuerpo. En la Palabra de Sabiduría, Jesús les habló a los santos sobre cosas que son buenas para el cuerpo y sobre cosas que son malas. Les dijo que serían bendecidos si obedecían la Palabra de Sabiduría.

Divida el pizarrón en dos. De cada lado pegue un dibujo que represente las cosas que le hacen bien a nuestro cuerpo y las cosas que le hacen mal.

Coloque los dibujos de los alimentos en una bolsa e invite a los niños de a uno a la vez a sacar un dibujo y pegarlo en el pizarrón del lado que corresponda.



Acá hay otro juego que los niños pueden llevarse para hacer en casa.


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viernes, 12 de agosto de 2011

La modestia: Un principio eterno para todos

Liahona Julio de 2009
Por Silvia H. Allred
Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

Silvia H. Allred
Nuestra manera de vestir demuestra la comprensión que tenemos del evangelio de Jesucristo.

Uno de los desafíos que enfrentan los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en la actualidad es el de obedecer los principios de modestia en un mundo que es cada vez más inmodesto. Por difícil que pueda ser, al obedecer las normas de modestia de la Iglesia demostramos si somos o no discípulos del Salvador Jesucristo; estas normas abarcan la vestimenta, el lenguaje, los pensamientos y la conducta, pero aquí deseo concentrarme en la manera de vestir.


El propósito original de la ropa fue cubrir nuestro cuerpo y protegerlo de los elementos; ese propósito sigue en vigencia, aun cuando ahora la vestimenta tiene también objetivos más complejos. Actualmente, puede ser la expresión de condiciones variadas como la riqueza, la posición social, la individualidad o la tendencia del grupo; pero la ropa también refleja nuestra actitud y nuestros valores. Para los Santos de los Últimos Días, nuestra manera de vestir demuestra la comprensión que tenemos del evangelio de Jesucristo y nuestra devoción hacia él.


En un mundo que constantemente trata de socavar nuestro sentido de quiénes somos y de lo que podemos llegar a ser, la acción de observar el principio de la modestia aumentará nuestra confianza; y si vivimos y enseñamos ese principio, contribuiremos a inculcar esa misma confianza en la siguiente generación.

¿Qué es la modestia?


En el folleto Para la fortaleza de la juventud, se ofrecen pautas básicas de modestia; ese folleto tiene valor tanto para los jóvenes como para los adultos: “Entre la ropa inmodesta se cuentan los ‘shorts’ y las faldas sumamente cortos, ropa ajustada, camisas o blusas que no cubren el estómago y otras prendas atrevidas. Las jovencitas deben llevar prendas que cubran los hombros y evitar ropa sumamente escotada por delante o por detrás, o que sea atrevida de cualquier otra manera. Los jóvenes también deben mantener la modestia en su apariencia. Todos deben evitar ser extremistas en el vestir, en la apariencia y en el peinado. Sé siempre pulcro y limpio o pulcra y limpia y evita el andar desaliñado o desaliñada o el ser inapropiadamente informal en el vestir, en el arreglo personal y en la conducta. Hazte la siguiente pregunta: ‘¿Me sentiría cómodo o cómoda con mi apariencia si me encontrara en la presencia del Señor?’”


Al elegir vestimenta modesta, busca la guía del Espíritu. Además, cuando consideres los principios relacionados con la modestia, tal vez sea beneficioso que te hagas preguntas como las siguientes:


  • ¿Expondría demasiado el cuerpo al sentarme, agacharme, estirarme o subir escaleras?
  • ¿Atraigo la atención de los demás por usar ropa indecorosa o provocativa?
  • ¿Me es preciso ajustar, esconder o acomodarme el gárment del templo para poder ponerme determinada prenda?
  • ¿Por qué es necesaria la modestia?


Cuando comprendemos mejor la doctrina en que se fundamentan los principios de modestia, nos damos cuenta de que ésta es la virtud que guía y modera las acciones.


La doctrina en que se funda la modestia comienza con el conocimiento de que somos hijos de Dios, creados a Su imagen (véase Moisés 2:27). Nuestro cuerpo es un don sagrado de nuestro Padre Celestial y tiene propósitos particulares que Él ha designado. Como receptores agradecidos, reconocemos ese don al tratar nuestro cuerpo en la forma en que Él nos ha pedido que lo hagamos (véase D. y C. 88:33). A fin de llegar a ser como el Padre Celestial, capacitamos, controlamos y refrenamos nuestro cuerpo y las formas físicas de utilizarlo.


Desde el principio, el Señor ha mandado a Sus hijos que se cubran el cuerpo. Después de que Adán y Eva comieron del fruto prohibido, se les abrieron los ojos y percibieron que estaban desnudos; entonces trataron de cubrirse con unos delantales sencillos hechos de hojas de higuera. Pero los delantales no eran suficientes, por lo que el Señor les hizo túnicas de pieles más modestas (véase Génesis 3:7, 21).

En aquel entonces Dios ya tenía una norma más elevada, tal como la tiene ahora. Sus normas no son las del mundo, como lo dice Él en Isaías 55:8–9:


“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.

“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

Un principio eterno


Debido a que la modestia es uno de los “caminos más altos” del Señor y no una tendencia social pasajera, se ha enseñado a través de todas las épocas. Consideren estos otros ejemplos de las Escrituras sobre la vestimenta, y lo que nos enseñan acerca de la modestia.


La modestia demuestra humildad.


El profeta Jacob, del Libro de Mormón, censuró el orgullo y el amor a las riquezas, y amonestó a su pueblo para que evitaran que su corazón orgulloso les destruyera el alma. Una de las demostraciones de ese orgullo excesivo era su manera de vestir, y Jacob les dijo: “…porque algunos de vosotros habéis adquirido más abundantemente que vuestros hermanos, os envanecéis con el orgullo de vuestros corazones, y andáis con el cuello erguido y la cabeza en alto por causa de vuestras ropas costosas, y perseguís a vuestros hermanos porque suponéis que sois mejores que ellos” (Jacob 2:13).


En Doctrina y Convenios 42:40 se desarrolla otra vez la idea de que debemos ser humildes en nuestro modo de vestir “…no serás altivo de corazón; sean todos tus vestidos sencillos…” ¿Significa eso que no podemos vestir bien? No, sino que debemos vestir de manera apropiada para la ocasión pero sin preocuparnos excesivamente por usar marcas famosas o estar al último grito de la moda. Es mejor emplear los recursos monetarios en objetos más duraderos e importantes.


La forma en que nos vistamos para adorar al Señor demuestra la reverencia que sentimos hacia Él. El Señor mandó a Moisés preparar vestimenta sagrada que fuera digna de usarse en Su santa casa (véase Éxodo 28:2). En ese mandamiento se pone claramente de manifiesto que Él consideraba que la ropa diaria no era apropiada para eso. Como lo hizo Moisés, ¿reflejamos nosotros en nuestra forma de vestir para adorar al Señor nuestros sentimientos de amor por el Padre Celestial?


Según lo demuestran estos ejemplos, los “profetas de Dios siempre han aconsejado a Sus hijos a vestir con modestia”. En nuestra época se nos ha hecho recordar lo siguiente: “Tu modo de vestir es un reflejo de lo que eres en tu interior. Tu vestimenta y apariencia general comunican a los demás la clase de persona que eres e influyen en la forma en que tú y los demás se comportan. Cuando estás bien arreglado o arreglada y vistes de manera recatada, invitas la compañía del Espíritu y puedes ejercer una buena influencia en las personas que te rodean”.

Las bendiciones que se relacionan con la modestia

Una de las principales bendiciones relacionadas con la modestia es la forma en que aumenta la confianza. Una hermana cuenta la historia de una amiga que aprendió el principio de modestia mientras se instruía en el Evangelio, y fue bendecida por ello:


“Hace varios años, una colega empezó a asistir a la iglesia conmigo. La primera vez, llegó a mi casa temprano, vestida de acuerdo a lo tradicional para nuestro clima caliente: un vestido escotado y sin mangas; me gustó su sensibilidad ante las circunstancias al usar un vestido para ir a la iglesia, y nos fuimos juntas. Los miembros del barrio le dieron la bienvenida a nuestra congregación, y en las semanas siguientes volvió varias veces. Empezó incluso a ir a las reuniones de superación personal de la Sociedad de Socorro y a llevar a sus hijos a la Primaria y a las actividades para jóvenes. En aquellos días calientes de verano, cuando asistía a esas actividades en medio de la semana, por lo general llevaba puesta una blusa sin mangas y shorts que le llegaban a medio muslo. No iba vestida en forma indecente pero era obvio el hecho de que todavía no entendía las normas de los Santos de los Últimos Días.

“Después de varias semanas, le pregunté si tenía interés en aprender más sobre la Iglesia con los misioneros. Me contestó que era tímida y que no se sentía a gusto hablando con gente desconocida; sencillamente, quería continuar participando en los servicios de adoración y en las actividades de nuestro barrio; y me aseguró que si tenía preguntas o dudas, me lo diría o consultaría con otras personas del barrio a las que ya conocía.


“Lo interesante fue que, al continuar asistiendo a la Iglesia y a las actividades que teníamos, empezó a usar faldas más largas, shorts que no eran tan cortos y blusas con mangas. Al principio, pensé que se debía a que empezaba el otoño, pero al poco tiempo me di cuenta de que sencillamente se debía a que había notado la forma en que vestían sus amigos Santos de los Últimos Días.

“No sé si el cambio en la vestimenta fue lo único que influyó para el aumento de confianza que noté en ella, pero creo que en parte lo fue. Al seguir aprendiendo principios del Evangelio, como su herencia divina por ser hija de Dios, su sentido de autoestima mejoró notablemente; se incrementó su confianza cuando empezó a comprender mejor las razones por las cuales hacemos algunas cosas. Y con ese aumento, se despertó en ella un gran deseo de saber más sobre el Evangelio, incluso de recibir las charlas misionales, algo que antes la ponía nerviosa.


“Su manera de vestir era sólo uno de los aspectos de empezar a conocer y entender los principios y normas del Evangelio, pero al darse cuenta de que podía adaptar esa fase de su vida, vio que le sería posible hacer también cambios más importantes. Finalmente, esos cambios la llevaron a convertirse al evangelio de Jesucristo y a unirse a la Iglesia. Más adelante recibió la investidura del templo y su vestuario no requirió ningún cambio porque ya había estado poniendo en práctica los principios de la modestia”.


A medida que la modestia se convierta en la virtud que regule y modere nuestras acciones, también aumentará nuestro sentido de autoestima. Recuerden las promesas de Doctrina y Convenios 121:45–46:


“…deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios; y la doctrina del sacerdocio destilará sobre tu alma como rocío del cielo.

“El Espíritu Santo será tu compañero constante, y tu cetro, un cetro inmutable de justicia y de verdad…”


Que todos podamos empeñarnos en merecer esas bendiciones.

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viernes, 5 de agosto de 2011

Mi cuerpo es un templo de Dios

Liahona Agosto 2011



Cierra los ojos e imagina un templo. ¿De qué color es? ¿Qué tamaño tiene? ¿Tiene ventanas? ¿Tiene agujas? ¿Cuántas?

Todos los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son diferentes. El Templo de Salt Lake, en Utah, tiene paredes de granito gris y seis agujas. Es muy diferente del Templo de Cardston, Alberta, en Canadá, que tiene paredes de piedra pero no tiene agujas. Aunque cada templo parece diferente, todos son hermosos y se edifcan con el mismo propósito. Son lugaresdonde se realizan ordenanzas especiales que se necesitan para que
regresemos al Padre Celestial.

Tú eres como el templo. Eres diferente de todas las demás personas, pero tú también eres una casa para el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo. El apóstol Pablo dijo: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? …el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16–17). Tu cuerpo es un templo para tu espíritu. Así como tratas los templos con respeto, debes tratar tu cuerpo con respeto. Lo puedes hacer al obedecer la Palabra de Sabiduría (véaseD. y C. 89), al vestir modestamente y al mantener tu cuerpo limpio. También debes mantener tu corazón y tu mente limpios al leer, escuchar y mirar sólo “cosas que sean agradables para [el] Padre Celestial” (véase Mis normas del Evangelio). Cuando estás limpio en mente y cuerpo, puedes recibir grandes bendiciones.



Actividad

Busca el camino en el laberinto. Cuando llegues a una señal, escoge el camino del Sí o No basándote en si te ayuda o no a tratar tu cuerpo como un templo de Dios. Escoger los caminos correctos te conducirá al templo.

Dibuja otras cuatro cosas que sean buenas para ti. Recorta los dibujos y ponlos sobre los carteles de las cosas buenas del laberinto.

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miércoles, 3 de agosto de 2011

El Señor me dio un templo



Muestre a los niños imágenes de dos templos y pregunteles en qué se parecen estos templos y en qué se diferencian. Destaque que a pesar de que los dos templos no tienen el mismo aspecto ambos son construidos con el mismo propósito y son hermosos. Los dos son casas de Dios y son lugares donde podemos aprender acerca de nuestro Padre Celestial y cómo volver a Él.

Pregunte a los niños cómo debemos tratar al templo mediante las siguientes preguntas:
1. Se imaginan pintar graffitis en las parades del templo?
2. Se imaginan entrar al templo y dejar un montón de basura dentro?
3. Se imaginan que se olviden de limpiar el interior del templo o de cuidar de los jardines de alrededor del templo para que se mantenga bello?
4. ¿Por qué tratamos el templo con respeto? ¿Por qué es un edificio tan especial? Debido a que es la Casa de Dios. Canten la tercera la línea de "Me encanta ver el templo" para enfatizar este punto.

Pida a dos hijos venir al frente de la clase. Diga algo como esto a los niños:
"Aquí tenemos a María y Juan, dos bellos hijos de Dios. ¿Son parecidos? En qué se diferencian? ¿María o Juan parecen un templo? ¿Tienen las agujas o un ángel Moroni en la parte superior de sus cabezas? No! Mmmm. . . Bueno, ¿cómo debemos tratar a María y Juan? ¿Cómo deben tratarse a sí mismos? Cómo sería si hacen graffitis en sus cuerpos con tatuajes? Cómo sería si llenan sus mentes y estómagos de basura o comida chatarra? Cómo sería si limpian sus cuerpos y hacen ejercicio para mantenerse fuertes y sanos? ¿No es de la misma manera que tratamos a nuestros templos?

Lean 1 Cor. 3:16-17: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? . . . El templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es"

Diga a los niños que así como tratamos a los templos con respeto, nosotros debemos tratar nuestros cuerpos con respeto porque es son templos para nuestros espíritu.

Pida a los niños que escuchen la canción que va a cantarles. Pídales que escuchen lo que el Señor les ha dado y cómo se debe tratar al mismo tiempo que canta la primera oración. Repita la pregunta después de cantar.

Molde de Títere

Mediante títeres explique como antes de nacer eramos espíritus (mano sin títere) y al nacer recibimos nuestros cuerpos (mano con títere). Al morir nuestros cuerpos y nuestros espíritu se separan (nos sacamos el títere) pero gracias a la expiación de Cristo volveremos a vivir (nos ponemos otra vez el títere).

Reparta títeres entre los niños para que canten la canción poniendo y sacandose el títere cuando corresponda.



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lunes, 1 de agosto de 2011

Tiempo para Compartir: Mi cuerpo es un templo.


Muestre la lámina de un templo y pregunte: “¿En qué piensan al ver un templo o el retrato de uno de ellos? ¿Por qué razón se esfuerza tanto la gente por mantener el templo bello y limpio?” Explique que un templo es un lugar sagrado.

Ayude a los niños a memorizar 1 Corintios 3:16:

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Explique que al igual que el templo, nuestro cuerpo es sagrado y que debemos cuidarlo. 


Muestre la lámina de cuando Daniel rehúsa la comida y el vino del rey. Relate lo que les ocurrió a Daniel y a sus amigos cuando consideraron sus cuerpos como si fuesen templos (véase Daniel 1:5–20). 



Ponga a la vista objetos que representen el sueño, la buena comida, el ejercicio, la pulcritud y la modestia (ejemplos: almohada, fruta, pelota, peine, corbata). Haga que los niños escojan un objeto y digan algo que pueden hacer para considerar sus cuerpos como templos. Testifique que nuestro cuerpo es sagrado, al igual que el templo.

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