Amigos, Junio 2004
Trace en la pizarra el contorno grande de una casa. Dibuje una mesa y varias sillas en la casa y dé tizas a unos cinco o seis niños y susúrreles que dibujen a un familiar leyendo las Escrituras en la mesa. Pida a la pianista que toque una canción o un himno sobre las Escrituras y pida a la Primaria que adivine qué está haciendo la familia del dibujo.
Señale que, así como se dijo a los niños qué debían dibujar, el Señor habla a Sus hijos a través de las Escrituras. Éstas pueden ayudarnos si las leemos con regularidad, oramos en cuanto a ellas y seguimos sus enseñanzas.
Ayude a los niños a memorizar D. y C. 19:23 (véase La enseñanza: el llamamiento más importante, 1999, págs. 171–172). Pida que cada clase aprenda y represente una estrofa (excepto el versículo 8) de “Historias del Libro de Mormón” (Canciones para los niños, págs. 118–119) y que la cante en la Primaria. Aliente a los niños a estar preparados para recitar D. y C. 19:23 el próximo domingo.
Señale que, así como se dijo a los niños qué debían dibujar, el Señor habla a Sus hijos a través de las Escrituras. Éstas pueden ayudarnos si las leemos con regularidad, oramos en cuanto a ellas y seguimos sus enseñanzas.
Ayude a los niños a memorizar D. y C. 19:23 (véase La enseñanza: el llamamiento más importante, 1999, págs. 171–172). Pida que cada clase aprenda y represente una estrofa (excepto el versículo 8) de “Historias del Libro de Mormón” (Canciones para los niños, págs. 118–119) y que la cante en la Primaria. Aliente a los niños a estar preparados para recitar D. y C. 19:23 el próximo domingo.
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