Tendamos una mano a los demás
Por el presidente Thomas S. Monson
El presidente Monson enseña que podemos ser felices cuando tendemos una mano a los demás.
Para encontrar la verdadera felicidad, debemos dejar de enfocarnos en nosotros mismos. Muchas personas se han unido a la Iglesia —o al menos han llegado a conocer la Iglesia y a respetarla — porque alguien hizo el esfuerzo de tenderles la mano. Compartiré con ustedes una preciada experiencia familiar que tuvo sus comienzos allá por el año 1959, cuando fui llamado a presidir la Misión Canadiense, en Toronto.
Nuestra hija, Ann, cumplió cinco años poco después de que llegamos a Canadá. Veía a los misioneros hacer su trabajo y ella también quería ser una misionera. Para demostrar comprensión, mi esposa le dio permiso a Ann de llevar a la escuela algunos ejemplares de la revista Children’s Friend [que actualmente se llama Amigos]. Pero eso no era suficiente para Ann; ella también quería llevar consigo un ejemplar del Libro de Mormón para poder hablar con su maestra, la señorita Pepper, acerca de la Iglesia.
Hace sólo unos años, pero largos años después de nuestro regreso de Toronto, llegamos a casa después de unas vacaciones y encontramos en el buzón una nota de la señorita Pepper, que decía lo siguiente:
Querida Ann:
Piensa en muchos años atrás; yo era tu maestra de escuela en Toronto, Canadá. Los ejemplares de la revista Children’s Friend que llevaste a la escuela me llamaron mucho la atención. Me impresionó la dedicación que tenías hacia un libro llamado el Libro de Mormón.
Prometí que un día iría a Salt Lake City para ver por qué hablabas de la manera que lo hacías y por qué creías tal como lo hacías. Hoy tuve el privilegio de ir a tu centro de visitantes de la Manzana del Templo. Gracias a una niña de cinco años que comprendía bien aquello en lo que creía, ahora tengo un mejor conocimiento de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
La señorita Pepper falleció poco después de su visita a Salt Lake City. Qué feliz estaba Ann cuando asistió al Templo de Jordan River, en Utah, y llevó a cabo la obra del templo por su amada maestra, a quien hacía tantos años le había tendido la mano.
Actividad: Plantemos las semillas del Evangelio
El tender una mano a los demás es una de las maneras en que puedes compartir el Evangelio todos los días. Cada vez que dices la verdad, que eres servicial y amable con tus amigos, o que vives las normas del Evangelio, estás compartiendo el Evangelio. Cuando haces estas cosas, estás plantando pequeñas semillas del Evangelio en el corazón de las personas. Es probable que un día algunas de esas semillas crezcan y se conviertan en hermosos y firmes testimonios del Evangelio.
Mira las ilustraciones que aparecen a continuación. En cada semilla, escribe una palabra que describa una forma en la que el niño esté compartiendo el Evangelio; una ya se hizo como ejemplo. Después, colorea las hermosas flores que crecen de cada semilla.
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