“Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones”
D. y C. 112:10
Nuestro Padre Celestial nos ama y desea que le oremos a Él; podemos orarle no importa dónde estemos, ya que Él oye y contesta nuestras oraciones.
Charlotte Clark tenía sólo seis años de edad cuando su familia salió de Nauvoo, Illinois, para viajar al oeste, al Valle del Lago Salado. Era una caminata sumamente larga y Charlotte caminaba tanto que se acabó su único par de zapatos. Todas las noches, cuando se arrodillaba a orar, le pedía a nuestro Padre Celestial un par de zapatos.
Un día, cuando Charlotte y su hermana recogían frambuesas, Charlotte vio un par de zapatos; ambas corrieron hasta donde estaban sus padres y ella les dijo: “Mi Padre Celestial me mandó unos zapatos, y me quedan a la medida”. Al padre de la niña le preocupaba que los zapatos le pertenecieran a alguien que los hubiese perdido, de modo que le dijo que si le pertenecían a alguna persona de la caravana, debía devolverlos a su dueño. La familia de Charlotte mostró los zapatos a todos, pero nadie los reclamó; se había contestado la oración de la niña.
Nuestro Padre Celestial contesta nuestras oraciones. Es posible que las respuestas no siempre sean lo que esperamos, pero Él contestará de la manera que sea mejor para nosotros. Podemos orarle a Él en cualquier momento y en cualquier lugar.
Para recordarte las partes de la oración, recorta las configuraciones de la página siguiendo las líneas gruesas y oscuras. Haz un doblez en las líneas punteadas y pega la figura más grande para hacer un tubo achatado. En la tira angosta, escribe en las líneas correspondientes algunas de las cosas por las que estás agradecido y algunas de las bendiciones que pides en tus oraciones. Inserta la tira angosta en la pieza doblada. Esta pieza la puedes colocar en tu almohada a fin de que te recuerde orar antes de acostarte. Por la noche, colócala a un lado de tu cama para que te recuerde orar por la mañana.
Una oración por papá
Por Rebecca C., 10 años, con la ayuda de Maurizio E. D. Bisi
“El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”
Juan 8:12
En mi familia somos cinco y asistimos a la capilla todos los domingos, todos menos mi papá. Él no es miembro de la Iglesia y eso me pone triste. Él es un papá muy bueno y, a veces, va a las fiestas o a los paseos que organiza el barrio. Me gustaría que él siempre fuera.
Mi mamá me enseñó en la Primaria que el Padre Celestial escucha nuestras oraciones y desea ayudarnos. Así que oré para que Él ayudara a mi papá a entender lo importante que el Evangelio es para nuestra familia.
El sábado, yo iba a ver la televisión, cuando pasó algo; mi papá se acercó y me dijo que había cosas mejores que podía hacer, en vez de sentarme enfrente del televisor. “Por ejemplo”, dijo, “¿qué te parece si te leo un lindo relato de la revista Liahona?”.
Así que se sentó conmigo y con mis dos hermanos menores y nos leyó. No sé cómo supo papá que esos relatos estaban en la revista Liahona; pero sí sé que el Padre Celestial había escuchado mis oraciones y las había contestado al tocar el corazón de mi papá para que nos leyera algo de la revista de la Iglesia.
Doy gracias a mi Padre Celestial porque Él escucha mis oraciones.
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