“La canción de los justos es una oración para mí, y será contestada con una bendición sobre su cabeza”
D. y C. 25:12
Cuando era pequeño, a veces se me perdían cosas; buscaba por todas partes, pero no las encontraba. Después de revisar toda la casa dos o tres veces sin encontrar nada, oraba al Padre Celestial para que me ayudara. Cuando comenzaba a buscar de nuevo, encontraba lo que había perdido. Eso me sucedió varias veces durante mi niñez. Esas ocasiones me ayudaron a aprender a confiar en que el Padre Celestial escucha y contesta mis oraciones.
Siendo ya mayor, mi testimonio se fortaleció cada vez que el Padre Celestial contestó mis oraciones. El Padre Celestial nunca nos deja solos. En las Escrituras dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Sé que si piden con un corazón sincero y con verdadera intención, el Padre Celestial les dará las respuestas que estén buscando.
Cuando era pequeño, me encantaban las canciones de la Primaria; me encantaba cantarlas, aunque no siempre entendía todas las palabras. A medida que iba creciendo, recordaba las canciones y me ayudaron a hacer lo correcto. Todavía me encantan esas canciones. Recuerdo “Los colores de nuestra Primaria son: rojo, amarillo y azul. Nos traen un mensaje al corazón, símbolos de virtud”. También recuerdo “Si en tu cara enojo hay, lo debes quitar, con una sonrisa tú lo puedes disipar”. La canción del hombre sabio y del imprudente era una de mis preferidas.
Sé que las canciones de la Primaria han sido una fuente de fortaleza para mí. Ahora me siento feliz al ver a los niños aprender canciones de la Primaria. Sé que las canciones los ayudarán tal como me ayudaron a mí.
El orar y cantar canciones de la Primaria cuando era pequeño me ayudó a conocer al Padre Celestial. Sé que soy un hijo de Dios; siempre lo he sabido. Incluso cuando cometo errores, Él es amoroso y generoso conmigo. He aprendido que cuando uno hace aunque sea una cosa sencilla y pequeña, pero correcta, Él derrama sus bendiciones sobre nosotros. No tengo duda de eso. Él me conoce; Él me ama; soy Su hijo.
Al igual que yo, tú eres un hijo de nuestro Padre Celestial. No importa lo que suceda, incluso si otras personas te dieran la espalda, nuestro Padre Celestial no lo hará. Él siempre está a tu alcance cuando lo necesites; Él te ama.
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